Vuelvo a encontrarme de bruces con un cuento que me recordó este espacio en Nanacinder. Otra historia salvaje vuelve a cruzar la carretera. Esta vez carece de portadas, puesto que su escena ocurrió en el mundo digital, entre poemas y curiosidades, su llamativo nombre me atrajo hacia sus entrañas.
Sobre la autora, su nombre; Teresa de la Parra para mí es conocido, aunque nunca había indagado en su obra. La historia de la señorita grano de polvo, bailarina del sol que vamos a reseñar, me ha vislumbrado a una de las más influyentes escritoras de América Latina.
La historia de la señorita grano de polvo, bailarina del sol se podría catalogar como un relato romántico y surrealista. Es una frágil historia de amor con una atmosfera romántica donde solo estos extraños personajes que protagonizan la historia, son capaz de vivir.
Teresa nació en Paris en 1889. Con dos años de edad, su familia se trasladó a Caracas y nueve años más tarde, luego del inesperado fallecimiento de su padre, la familia Parra Sanajo regresó a Europa.
“Dio media vuelta a las dos arandelas de fieltro blanco que rodean sus pupilas negras y que son el alma de sus expresión”
Es una historia de amor sin contemplaciones, breve y con una hermosa tragedia, similar a la fragilidad de sus personajes. Quien oye al pobre muñeco de fieltro enamorado perdidamente de lo que él considera «la criatura más rubia, más argentinada, más locamente etérea que haya nunca danzado por sobre las miserias de la vida» es un narrador omnisciente que recuerda la mirada de la habitación en la que se desenvuelve esta historia.
Cuando lo leía me trasladé a una habitación afrancesada, con vinilos de rosas decorando las paredes y voluptuosas columnas románticas que se llenan de sombras tenues y sepias provenientes del atardecer veraniego de una ciudad antigua. Es una casa imponente y señorial cuyos detalles ni siquiera nos describe la historia. Pero ese componente externo es creado por los diálogos que con suma vigencia poética Teresa de la Parra escribe para el muñeco de fieltra pueda relatar su confesión de amor, que permite imaginar el lugar y la época en la que se desenvuelve la vida de estos mágicos seres.
¿Qué criatura puede crear los emotivos sentimientos de un muñeco de fieltro?
Una criatura loca, etérea y danzarina. Teresa de la Parra describe que «como rostro no tenía ninguno propiamente hablando» de hecho, aquella pieza danzarina sin rostro no posee ni siquiera una forma precisa. Es lo más cercano a la obra poética. Un ser de luz, que baila solo entre las palabras. El muñeco de fieltro queda vislumbrado ante un grano de polvo que para sus ojos de botones observa moverse enérgicamente de un lado a otro por el camino del sol y con vertiginosa rapidez es capaz de imaginar todos los rostros con los que soñaba cuando pensaba en el amor.
Por alguna razón, porque son historias y contextos diferentes, me trajo cierta similitud con Ojos de Perro Azul, cuya reseña la puedes leer aquí (insertar vinculo en aquí) ya que ese grado de surrealismo, el cual denomine en el relato de Gabriel García Marques como impresionista, me vuelve a palpitar en este caso. Teresa de la Parra describe una atmosfera difusa donde predomina el romanticismo, como corriente literaria y estética. En su caso, utiliza la poesía como vehículo y crea personajes con una dulce tristeza que sufren por desdichos humanos y se vislumbran ante pequeños actos naturales, como la luz del sol que atraviesa la ventana.
Mientras el muñeco de fieltro desarrolla su historia. Nos va contando como conoció a esa figura de polvo que lo cautivo que no es más que el encuentro utópico de dos seres y el equilibrio imperfecto o injusto de la locura del amor. La señorita grano de polvo baila sobre la mano carrasposa del muñeco, y cada uno, se complementa, el con la nostalgia de no poder ser tan frágil, en cambio, ella con la impaciencia de no poder bailar estando sobre su mano de fieltro.
Ocurre allí una brusca sensación de furia. La involución de todo rastro de libertad. El muñeco de fieltro encausado por el miedo a perder lo que considera su vida entera, atrapa entre sus telas a la señorita de polvo, desterrándola a su cartera, donde yace apagada de su camino aéreo.
Teresa de la Parra comenzó a escribir desde muy joven, publicando sus primeros relatos en periódicos venezolanos. Estos primeros trabajos ya mostraban su talento y su interés por explorar temas como la identidad, la condición femenina y las relaciones sociales. Su obra más reconocida, "Ifigenia: Diario de una señorita que escribió porque se aburría", publicada en 1923, es una novela epistolar que narra la historia de una joven venezolana que reflexiona sobre su vida, su entorno y su papel en la sociedad. Esta obra le valió el reconocimiento de la crítica y la consolidó como una de las figuras más importantes de la literatura latinoamericana.
Volviendo a la reseña, a partir de la confesión del muñeco de fieltro, el narrador desciende de la habitación y por curiosidad, pregunta:
“—¿De modo que la tienes todavía en tu cartera? —le pregunté picado de curiosidad.
—Sí. ¿Quieres verla?”
Las curiosas vertientes de amor de un muñeco de fieltro y nosotros, no varía tanto. Teresa de la Parra entrega la maravillosa creación humana del amor integro en un pequeño gesto danzarín de una criatura de polvo, que al no ser correspondido, es condenado a la misera devoción por encadenarse al egoísmo. No podrás bailar en ningún lugar, si no es en mi mano. Esa vil emoción es motivo de una tristeza casi mortal que va asolando al muñeco de fieltro y es por eso que el narrador dedica sus palabras a describirlo, pupilas de botones que son el alma de su expresión. Tras la confesión, emana el arrepentimiento y se elimina de su alma el veredicto de «Será opaca, pero será mía» y tras un año de soledad, para ambos, admite que la alegría ha huido de él.
Jimmy, ese es el nombre del muñeco de fieltro quien tristemente se refiere a su más profundo amor como la momia de la Señorita Grano de Polvo. Aquella imagen, genera escalofríos. La oscuridad con la que Teresa narra la desgraciada historia de una figura femenina eclipsada por el deseo de retención de Jimmy, dentro de una atmosfera como describía antes, romántica y veraniega, va evolucionando hacia un anochecer oscuro.
Dos acontecimientos marcan el final de la historia. El narrador genera en Jimmy la oportunidad de redimirse, anima a dejar libre a lo que queda de la señorita grano de polvo, es así como ocurre el milagro, al dar con el sol, vuelve a bailar sobre los rayos y el rostro de fieltro es iluminado por una nobleza moral extraña.
“Había que verlo a él inmóvil, bocabierto ebrio de belleza. La voluptuosidad amarga del sacrificio se unía a la alegría purísima de la contemplación”
Pero el destino arremete contra la fragilidad de la Señorita Grano de Polvo, así como el egoísmo de Jimmy arremetió su libertad. Es así como su vida se apaga, con un monstruo enorme y estúpido. Una historia que termina con un lánguido silencio y una amarga sonrisa broto de los ojos de botones.
“Nos quedamos largo rato silenciosos incapaces de hallar nada que pudiese expresar, yo mi remordimiento y él su desesperación. No tuvo ni para mí, ni para la fatalidad siquiera una palabra de reproche”
Teresa de la Parra fue una ferviente defensora de los derechos de las mujeres. A través de sus personajes femeninos, exploró las limitaciones y las expectativas impuestas a las mujeres de su época. Su obra constituye una valiosa contribución al desarrollo de la literatura feminista en América Latina.
Así como Ojos de Perro Azul es una historia onírica de amor no correspondido, pero guarda una especie de guiño hacia la literatura que se pierde en los sueños, La Historia de Señorita Grano de Polvo es otra historia romántica de amor no correspondido, con un haz de violencia y perdida de valores, que solo se alcanzan a ver con la tristeza de su arrepentimiento y que termina en un trágico final para todas las partes, la inocencia, el culpable y los que observan. También, con permiso de ustedes, lectores y a modo personal, parece una búsqueda infranqueable de la poesía. La más frágil de todas las piezas, el minúsculo baile de polvo que nos rodea y que con escaza utilidad podemos capturar.
La poesía no sirve de nada en nuestros corazones, debe escribirse y ser leída bajo el sol, con riesgo por supuesto, de que aquel monstruo termine de borrar sus versos.
Qué la poesía les salve,
Hasta la próxima queridos lectores de Nanacinder.
Henri E. Tomé.
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