Su nombre completo era Michelangelo Merisi Da Caravaggio y fue posiblemente, el artista más grande de todos los tiempos.
Generalmente se le llama simplemente Caravaggio, y así nos referiremos aquí a él.
Nació en Milán en el 1571 y en el 1584 entró en el taller de Simone Pertezano. Llega a Roma con alrededor de 20 años e inicia allí una carrera en subida, llegandose a convertir en una verdadera superestrella de las artes. Aunque nació en una estirpe acomodada, llegó a Roma con poco más que nada. Ahí consigue sus primeros contratos como artista, principalmente bodegones.
Con los años, su fama va creciendo y su técnica se vuelve una leyenda a tal punto que los tenebristas empieza a ser llamados Caravaggistas, y la magnitud de su obra fue tan potente como para verse reflejada en los trabajos de maestros como Velazquez y Rembrandt, y también en todo el resto del arte barroco.
Hay una característica en Caravaggio (más mental que técnica) tan grande como fue su característico claroscuro o sus modelos humanizados. Caravaggio, a diferencia de sus competidores, los demás artistas italianos de su época, Caravaggio no quería ni tampoco intentó ser un Da Vinci o un Michelangelo.
Y es precisamente eso lo que hace tan grandiosa su obra, Caravaggio no sigue la senda de otros maestros, hace la suya propia y deja camino al Barroco.
Y luego están sus otras (ya mencionadas) grandes características. Sus modelos y el claroscuro.
¿Que tienen de especiales los modelos de Caravaggio?
Nada mejor para ver eso que comparando su obra con la de otro maestro, Michelangelo, por ejemplo:
Acá el famosísimo Adan de la creación en la capilla sixtina, la obra más famosa del vaticano y de su autor, Michelangelo.
No nos fijemos en la técnica, solo, tan solo en el modelo en sí, en el mismo Adan.
Un hombre fuerte, atlético y sano, un modelo hermoso, un hombre de apariencia ejemplar. Porque en fin, de eso trata el arte renacentista, de rescatar los cánones de belleza clásicos, los de la antigua Grecia, precisamente.
Ahora, veamos a nuestro querido Caravaggio.
La incredulidad de San Tomás, un cuadro espectacular en el que ni siquiera Jesús es hermoso, el modelo es un hombre cualquiera, ningún adonis a la vista. Y hablando de Tomás y los otros dos personajes, tienen rostros envejecidos sin llegar a ser ancianos, cansados y arrugados.
Eso es un modelo para Caravaggio, un hombre o una mujer cualquiera, alguien que ha trabajado toda su vida y que seguramente es pobre y que un día, por unas monedas, les contrató para posar en un cuadro.
Y su claroscuro es lo que más destaca a la vista apenas vemos una obra de Caravaggio. Figuras en entornos oscuros e iluminados tan solo desde un punto, surgen desde las sombras y nos invitan a algo desconocido, con un cierto toque de misterio en cada obra. Una perfección de la técnica y una transición de la sombra a la luz tan sutil como potente. La obra de Caravaggio es simplemente (y tal vez nos quedemos cortos) espectacular, maravillosa e inigualable.
Pero el propio Caravaggio no lo era. Por el contrario, fue un hombre problemático más metido en borracheras y peleas que en un atelier. Como suele suceder, a la vez que Caravaggio se iba labrando una reputación en el círculo de grandes maestros y su fama iba en subido, su contactos también.
Pronto, el joven Michelangelo Da Caravaggio entró en el círculo social de comerciantes, obispos y nobles, y entonces, no hubo ley que le tocase. Llegó a ser procesado varias veces por peleas y problemas causados, pero por más antecedentes que tuviera, jamás fue nada a mayores. La influencia de sus Mecenas le protegía. Y aún más allá de ser un hombre problemático dado siempre a soltar el puño, Caravaggio como artista, fue también un hombre oscuro que vivió una eterna polémica y una carrera cargada de censuras, especialmente durante sus años dorados en Roma.
Un claro ejemplo de las repetitivas polémicas de las pinturas de Caravaggio la encontramos en La Muerte de la Virgen.
Un cuadro espléndido que resalta por el dinamismo por el que nos transporta entre los personajes hasta llegar al cuerpo de la Virgen. La pintura está cargada con un innegable ambiente de incertidumbre, como si sus protagonistas no tuvieran idea de que viene a seguir, de que pasará a partir de esa muerte y que ninguno estaba preparado para eso.
La Virgen. Bueno, no exactamente la Virgen en sí, sino la modelo que Caravaggio usó para representarla. Era una prostituta conocida en Roma.
Os pueden imaginar la polémica que desataría pintar en la actualidad a la madre de Jesús usando a una prostituta de modelo y casi no nos podemos imaginar la que hubo en el renacimiento cuando Caravaggio efectivamente, lo hizo.
Pero el talento del pintor maldito fue tal que incluso con algo que a toda vista es considerado por los dogmas de la iglesia católica como un sacrilegio, la mayoría de sus obras, antes y después de la muerte de la Virgen, fueron motivos religiosos. Y más de uno estuvo expuesto a la censura y la polémica. Pero no por eso dejaban de contratarle.
Hay que añadir que según el autor Peter Robb, lo de la prostituta usada como modelo —que además, supuestamente Caravaggio usó propiamente su cadáver para el cadáver de la Virgen, después de que la prostituta muriera ahogada en un río— no fue el motivo de la censura y la polémica de aquel cuadro. Puesto que según la investigación de Robb, hay evidencia de que esa mujer siguió viva posteriormente y que lo que causó el escándalo, era que la modelo que usó Caravaggio, parecía estar embarazada.
Entonces, sucedió lo de Ranuccio Tomassoni, un hombre al que Caravaggio (por accidente posiblemente) asesinó en una de sus tantas peleas, quien se cree, fue un poderoso proxeneta.
Ni siquiera sus mecenas le podían proteger. Con un cargo por asesinato encima suyo, Caravaggio huye de la ley hacia Napoles. De allí surgen nuevos problemas y acaba en Malta, donde el Gran Maestre de la Orden de los Caballeros de Malta le acepta no solo en la ciudad, sino también como pintor de la Orden.
Entonces, todo se vuelve a torcer.
Caravaggio siguió metiéndose en peleas y borracheras y la orden lo expulsó.
Se cree que un caballero de la Orden quedó gravemente herido o también que la Orden lo persiguió acusandolo de ser homosexual, que sabrán, la sexualidad fue horrendamente perseguida en especial en aquellos tiempos inquisitorios. Sea cual sea la causa, ya sin la protección de los Caballeros de Malta, Caravaggio huye a la isla de Sicilia en 1609. Allí, su fama y talento como artista le abrieron las puertas que a su vez, su actitud arisca y dada a los problemas se las cerraba. Fue de ciudad en ciudad hasta que tras unos meses, logró regresar a Nápoles, donde inició su exilio.
El aire político había cambiado en Roma, un nuevo Papa —Pablo V— se hizo con el trono de San Pedro en el Vaticano y ofreció el perdón a Caravaggio.
Las aguas que él mismo agitaba, parecía calmarse para el pintor y entonces un intento de asesinato en Napoles le hirió sin exito de quitarle la vida, más desfiguró su rotro.
Caravaggio como si fuera todo un entusiasta de la vida, coge su propia desgracia y usa su cara herida para el cuadro Salomé y la cabeza de Juan el Bautistta. El artista se autorretrató en la cabeza decapitada del Bautistta.
En 1610, Caravaggio sube a un barco para viajar a Roma y oficializar de una vez el indulto que le ofreció Pablo V.
En los siguientes días, llegaron noticias a Roma de que el famoso artista, había muerto mientras iba hacía la ciudad. Llegaron noticias, distintas versiones de que sucedió y nunca hubo un cuerpo.
Aún hoy en día se desconoce que sucedió en aquel viaje a Roma y se ha teorizado sobre un supuesto asesinato, para evitar que Caravaggio volviese a estar inmune a la ley después de que se le otorgase la anmistia.
Caravaggio fue el artista que colocó la oscuridad a la sombra, tuvo una vida turbulenta y los momentos más oscuros de ella, enterraron su carrera tan profunda como para ser medianamente olvidado. A los cinco años, su padre muere mientras la familia huye de la peste negra. A los 20 llega empobrecido a Roma. Cuando logró hacerse una reputación como artista, un crimen horrendo le obliga a huir, de ciudad a ciudad el artista más alabado de su generación se convierte en un pintor maldito. Un exiliado de ninguna parte que no deja de huir por los demonios de su pasado que él mismo se encarga de invocar entre peleas y borracheras.
Muere a los 38 años, olvidado y marginado, solo para que después su obra renazca a los ojos de la historia del Arte y tome su lugar como tal vez, el mejor artista de todos los tiempos.
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